18 ago 2010

Lluvia de balas.


Quizás algunas balas me llevaron a ser lo que soy hoy, quizás algunos gritos de desespero propiciados por muchedumbres me hicieron el hombre que hoy, de nuevo, se sienta a escribir un breve relato. Siempre había escuchado que, cuando una mujer está embarazada, todo lo que siente, todo lo que escucha y añora; es pasado de una forma casi mágica a ese ser que vendrá a la tierra. El inicio de mi historia, como le suelo llamar, no estuvo marcado por palabras prometedoras ni un futuro seguro; estuvo encaminado por una palabra reacia pero tierna a su vez: sobrevivir.
Mi historia comienza un 20 de marzo de 1989; no es una fecha prometedora, no es una fecha importante (aunque eso no es lo que dice mi madre); ni mucho menos es el día del nacimiento de un nuevo presidente (sin embargo...); pero es un día que enmarcó el rumbo de mi vida. Para los naturistas y algunos meteorólogos es el inicio de la primavera, pero para mí, es el día, es el mes, que siguió a uno de los peores acontecimientos históricos contemporáneos de Venezuela: 27-28 de febrero o el "Caracazo".
Como dije anteriormente; tal vez esas balas, tal vez esos gritos de ahogo y desespero me llevaron a modificar mi camino cierta cantidad de veces hasta mis 21 años.
Todo comenzó con un sueño, inconcluso tal vez, ayudar a los demás. Desde pequeño, antes de saber que era una computadora, una novia o una preocupación; quise creer en el ser humano. Tuve el sueño, lo conservo aún, de que todo se puede solucionar; bien decía mi sabio abuelo "Una sonrisa bastará para iluminar todo un lugar".
Fui creciendo, con la "necesidad" de saber más y más, queriendo dejar atrás mi niñez para poder llegar a ser grande y "ayudar" a ese alguien que tanto sabía me necesitaba. Sin pensarlo, llegué a ese momento; todo radicaba en una sola pregunta: ¿qué haré con mi vida de ahora en adelante?
Recordé por un instante, mi sueño (o tal vez mi orgullo) de ser Médico.... ¡Claro! ¡Esa es la única manera en que puedo ayudar! Sin temor a nada, sin ver atrás (el primer error de muchos que prosiguieron) me dispuse a lograr mi "sueño". ¿Qué iba a impedir que lograra mi meta? ¡Nada! -me decía una y otra vez-. Miles de barreras se interpusieron en mi camino, miles de ellas las enfrenté, las derrumbé y cuando pude las salté (de nuevo más errores para la lista), nada ni nadie podía contra mí ¿sabías? Pero se me olvido contar con alguien, se me olvido quien era el más importante de los que se interponían en mi camino a la "felicidad", se me olvidó notificarle que ese era mi "sueño"... ¿Sabes quién es? Luego te diré.
Fracasé, es verdad; lo admito ante el mundo, fracasé. Luché con mi alma por algo que necesitaba y deseaba alcanzar. Pero no pasó nada. Fracasé. Fracasé con aquel que necesitaba mi ayuda, fracasé con aquel que necesitaba mi apoyo, fracasé ante mi familia y ante los demás.
No lograba entender como el sueño que tuve desde pequeño me había abandonado, esas ganas de sonreír y de amanecer, se habían vuelto a borrar. Sé que por un instante todo parecía haberme dejado a la deriva, pero -de nuevo las palabras sabias de algún ángel venían a mi rescate- "Dios no te da más de lo que puedas manejar".
Necesitaba encontrar mi horizonte, sabía que el sueño aún permanecía dentro de mí; aún esa ligera llama de pasión por la vida seguía titilando en mi ser. ¿Qué otra cosa puede hacerme volver luchar?.
Letras. Palabras. Frases. Una simple oración puede desatar el más ínfimo deseo y puede arrancar la más seca lágrima del corazón con mayor coraza. Necesitaba decir lo que sentía; mi alma pedía a gritos ser escuchada, salir de ese enorme vacío en que se encontraba.
Escribir... ¡Escribir! ¡Eso es lo que necesitaba! No necesito llegar a sanar un cuerpo para llegar a sanar el alma. No es la meta que estaba escrita en mi camino llegar a curar una herida física, mi horizonte es llegar a provocar sensaciones que aún los médicos no las pueden catalogar. Mi intención de vida es inspirarte a vivir, enseñarte a respirar, a saber que un beso es más que labios y pasión, es pudor, nostalgia y excitación. Con mis palabras quiero enamorar, hacer reír y llorar; hacer que te sientas vivo y no pienses en el pasado, mires el presente que ahora te abarca y un futuro en que solo podrás tomar las riendas tu.
¿Recuerdas que fracasé? ¿Seguro quieres saber quién fue la primera persona que me hizo "fracasar"? Pues, yo. No luché como debía, no supe distinguir lo que es un sueño y lo que es un reto; es más fácil culpar a los demás cuando quieres esconder que solo tú tienes la culpa, pero ¿sabes qué? Si tengo la culpa, tengo la culpa de rectificar, parar un segundo y volver a retomar mi vida, mi feliz vida.
Quizás esas balas, quizás esos gritos de mi pasado me hayan enseñado a soñar, me hayan enseñado a sobrevivir; quizás hayan sido ellos lo que me hayan enseñado a escribir.