13 feb 2011

Charla sobre un tópico atípico

Un nuevo día estaba a punto de comenzar, la rutina sería la de siempre: desayunar, asearse e ir a la UCAB. Lo que muchos no sabíamos, es que, nosotros junto a nuestros acompañantes, tendríamos una nueva perspectiva de la vida, la lucha por sobrevivir y el sentimiento de fe que mantuvo a todo un pueblo unido.

La asignación era simple: llevar a un amigo para que, junto a nosotros, escuchara una charla sobre el Holocausto o Shoá, la cual estaría dirigida por una antigua sobreviviente de Auschwitz, uno de los campos de concentración más famosos de esta terrorífica época, la Señora Trudy Spira.

Mi acompañante y amigo de la infancia, Andrés E. Kolanovic V, estudiante de Segundo Año de Derecho de la UCAB, se estremeció tanto como yo al escuchar las palabras tan sinceras, tiernas y llenas de tristeza de la ponente. Posteriormente, en una especie de entrevista, que prefiero llamar: charla sobre un tópico atípico, logré exprimir todas aquellas perspectivas e ideas que surgieron en su persona durante esas dos horas.

Empezamos conversando acerca de lo poco o mucho que sabíamos sobre el Shoá, él por su parte relató lo siguiente: “…tomando en cuenta todos los estudios de historia que tuve durante mi bachillerato, inclusive en la universidad, sobre la II Guerra Mundial, el Holocausto o Shoá, nada se compara a escuchar el testimonio de un sobreviviente de este abominable hecho, como es el caso de la Señora Trudy Spira”.

Me comentó lo impactante que resultó para él desconocer todos esos hechos, por más que antiguos profesores, libros, documentos, expresen con cierta frivolidad la muerte de seis millones de judíos por cámaras de gas, balas, horcas, hambre y hasta trabajo extenuante; a dar un giro tan brusco y que una sobreviviente de esta época, la Señora Spira, nos explicara todo lo que sufrió y padeció por estos “bárbaros”; como le fue arrebatada su familia de buenas a primeras, que la llegaran a usar como experimento y le arrancasen dedos de los pies sin anestesia, que la tatuaran como si fuese ganado, que la castigaran sin piedad dejándola a la intemperie en pleno invierno. “Cosas como esas, enseñan y llegan más que si las leyésemos como si fuese un cuento y no una realidad”.

Concordamos en muchas cosas, pero una de las más destacadas fue el heroísmo que nos trasmitió la Señora Spira. Tal como ella nos dijo, no mucho de los sobrevivientes del Shoá deciden compartir su historia, no todos son capaces de hablar del antes y el después de este bache en la historia universal. Como un caso particular, mencionó a su difunto esposo, que al igual que ella, logró sobrevivir en Auschwitz, pero que nunca fue capaz o no decidió compartir con los demás su experiencia en el campo de concentración.

“… supimos muy poco de su experiencia en Auschwitz, lo poco o mucho que llegó a sufrir se lo llevo a la tumba...” (Spira, 2011).

Mientras continuaba nuestra conversación, logré captar algo muy importante en un comentario de Andrés, el cual citaré textualmente:

“…desde mi punto de vista, escuchar el testimonio de esta gran señora, es un aprendizaje muy nutrido no solo de El Shoá, sino de la vida también. Nos hace reflexionar acerca del hecho de que una niña de 12 años, la cual debería estar pensando en muñecas y juguetes, ahora solo le llegan ideas a su cabeza de si su papá estará con vida o no, si sus abuelos aún viven o no; y a veces nosotros, aquellas personas que gracias a Dios no hemos vivido una situación como esta, nos detenemos por pequeñeces que simplemente no tienen sentido o que en verdad no valen la pena”.

Cuando escuchábamos sus palabras sobre cómo la llevaron a Auschwitz, del efímero recuerdo de su padre diciéndole la edad que debía responder cuando le preguntaran, cuando vio como maltrataron a su madre, se nos hace total y absolutamente imposible pensar que hubiéramos sentido las mismas emociones observando un programa de El Shoá en la televisión.

Una de las razones por las que invité a Andrés a esta charla, es por su ascendencia y raíces croatas, las cuales se remontan a su abuelo paterno, el cual tuvo que huir de su país por la II Guerra Mundial, aunque, en sus propias palabras, jamás llegó a vivir situaciones tan terribles como las que relató la Señora Spira. Aunque su abuelo no llegara a ser víctima de las atrocidades cometidas por los nazis, esa procedencia, ese sentimiento balcánico hizo que le llegara aún más el relato, y llegó hasta sentirse agradecido porque su familia aún seguía completa.

No creo que pueda haber un mejor cierre que el que me brindó Andrés al finalizar nuestra charla:

“Siento que el aplauso sentido y caluroso que le pudimos haber dado a la Señora Trudy en ese auditorio, es una manera de agradecerle por ser tan valiente y por su importante labor de llevar su testimonio a comunidades de jóvenes en nuestro país, así como lo hizo con nosotros. Después de haberla escuchado, creo que nunca más volveré a hablar sobre la Guerra o sobre el Holocausto con la misma indiferencia, o sentirlo como un hecho lejano e inclusive hasta fantástico, que lo podemos ver en documentales o programas televisivos, sino ya como una experiencia, no vivida, pero sí contada y relatada a través de un discurso lleno de sentimientos y recuerdos muy tristes, pero a su vez muy valerosos y heroicos como el de la Señora Trudy Spira”.

1 comentario:

  1. El semestre pasado me tocó igual que a tí, recordar una de las páginas más espantosas de la historia de la humanidad. En mi caso, nos tocó redactar un ensayo, al que titulé "Con Ojos de Tristeza" en el que adjunté un testimonio que pude oir a través de youtube. Recuerdo que al estudiar estos hechos, me conmoví tanto, que se me quedaron grabados en mi mente. Es realmente fuerte concebir que estos hechos afectaron a más de 6 millones de judios + gitanos + opositores + testigos de jehová + minusvalidos + homosexuales + quien sabe... por ideologías realmente erradas.

    Les dejo por aquí, lo que más me impactó del testimonio:
    "Si sobrevivis a esta época, no olvideis ni a los buenos ni a los malos. Recoged con paciencia los testimonios de los que han caido. Por ellos, por vosotros, bonito día. Un día como hoy ; eran personas con un nombre, un rostro, deseos y esperanzas, y el dolor del último entre los últimos, no era menos grande del primero, cuyo nombre perdurará.
    Habíamos perdido todo derecho, incluso el de hablar. Nos insultaban cada día y debíamos callar... Pero a pesar de todo, éramos libres: cuando el veneno nazzi se deslizaba hasta nuestros pensamientos, cada pensamiento justo era una conquista; cuando la poderosa poli intentaba silenciarnos, cada palabra se convertía en preciosa, como una declaración de principios...
    Nos pusieron a prueba y nos fue imposible ignorar la facilidad moral del ser humano... Antes de que nos arrastrarán aquí, ninguno de nosotros había sido vil.Por esta razón quería eliminar para siempre el recuerdo y olvidar durante el tiempo de vida, el hombre que había sido.
    Todavía no he perdido la fé de que un día la vida les hará pagar sus deudas. Llegará el día en el que los nazzis caminarán con la cabeza baja, como ahora los judíos....

    PennyDG

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